La Pandorga - Bajada de la Virgen de las Nieves

La Pandorga - Bajada de la Virgen de las Nieves

El Desfile de la Pandorga existió antes de su incorporación a la Bajada de La Virgen. Probablemente se trate de un fiel descendiente de los juegos orientales (figuritas de caña y papel iluminadas con velas) que introdujeron los misioneros jesuitas en la zona mediterránea de Europa y que habrían sido llevadas al Levante peninsular y, desde allí, transmitida la costumbre de su uso a todas las latitudes del territorio nacional.

Nuestra Pandorga palmera ha perdurado a lo largo de los últimos cuatrocientos años, entrelazada con las festividades del archipiélago, ya sea en armonía o descompasadas con los sones de los instrumentos tradicionales que guiaban y acompañaban a una multitud vibrante y llena de vida.

En Santa Cruz de La Palma aparecieron las primeras pandorgas en las fiestas de los barrios más populares, como San Francisco y Santo Domingo, organizados y dirigidos por los frailes en los que la chiquillería era la protagonista. Es probable que, debido a su razonable coste —se solían confeccionar en casas particulares—, además de su rentabilidad visual —realmente es un espectáculo sorprendente—, su plena inclusión en las «lustrales» fue sólo mera cuestión de tiempo. Existen también opiniones que confirman que este número ya era tradicional en las fiestas capitalinas de la Purísima Concepción y que, de forma ininterrumpida, se venía representando desde la Bajada de 1945. En el resto de ediciones pasaban casi «de puntillas» porque no eran demasiadas las personas que participaban. En el pasado —según el recuerdo colectivo— la Pandorga partía desde la ahora parroquia de La Encarnación —extramuros de la ciudad— y se «desparramaba» hacia la parte baja y centro de la ciudad.

Una de las programaciones más antiguas conservadas sobre la Bajada, escrita a mano, corresponde a las fiestas quinquenales de 1860. En ella se anunciaba que, en la noche del 18 de abril se organizaría una pandorga, cuya salida sería desde la plaza de San Francisco y seguiría el mismo recorrido que la mayoría de los números lustrales.

José G. Rguez. Escudero