La impronta de La Mar en la Bajada de La Virgen de Las Nieves II

La impronta de La Mar en la Bajada de La Virgen II
La impronta de La Mar en la Bajada de La Virgen II


La Hermandad de Mareantes

A finales del siglo XIV, navegantes gallegos, portugueses y andaluces trasladaron hasta las islas el fervor por san Telmo, patrón de los hombres del mar, cuyos prodigios en tierras gallegas se iban extendiendo. En torno a esta figura se crean las hermandades o cofradías de mareantes, asociaciones de índole profesional, económica y religiosa que miraban por el bien físico y espiritual de sus cofrades. Estaban integradas por capitanes y mareantes (marineros) y en La Palma se fundó en 1591, poco tiempo después de que se construyera la primera ermita en su honor en 1574.

La Hermandad de Mareantes costeó la restauración de la ermita de San Telmo (actual ermita de la Virgen de la Luz) entre los años 1675 y 1680, bajo la prelatura del obispo Rabadán, dándose por descontado que en las primeras bajadas jugara un destacado papel, que bien pudiera estar relacionado con algún número en el que participara una embarcación fondeada frente a la ermita recién restaurada. Esta hipótesis estaría en línea con la propuesta de cambiar la ubicación de la escenificación del Diálogo entre el Castillo y la Nave, surgida en la Bajada de la Virgen de 1900, consistente en fondear un barco real frente al risco de La Luz y construir una fortaleza provisional en lo alto del morro.

Prueba de su total implicación supone el hecho de que antes de las fechas señaladas para la celebración, miembros de esta cofradía recorrían la ciudad en un falucho de madera, lona o papel, solicitando ayuda económica para los festejos.

Diálogo entre el Castillo y la Nave

El Diálogo entre el Castillo y la Nave es uno de los actos más destacados en el programa de festejos en honor a Nuestra Señora de las Nieves con motivo de su traslado lustral. Se trata de una representación derivada de los Desembarcos de Moros y Cristianos llegados desde el Mediterráneo a su paso hacia tierras americanas, en los que se mezclan el fervor religioso y la actividad marinera. En esa puesta en escena participaban desde sus orígenes auténticos marineros que llevaban a cabo las faenas propias de una embarcación a vela de la época. Embarcación que, por cierto, muy improbablemente fuera una réplica de una carabela, como la existente en la actualidad, ya que en los años posteriores al descubrimiento de América estas fueron cayendo en desuso en la medida en que la aparecieron nuevos tipos, como el galeón, de mayor porte y que facilitaba el incipiente tráfico novoindiano. Abundando en esta afirmación, figura en una letra de 1880 el término juanete, un modelo de vela del que carecían carabelas y naos.

En el desarrollo de esas faenas, la marinería ofrecía lo mejor de su experiencia en la mar ante su admirada Virgen, al igual que desde hace siglos vienen haciendo en las procesiones marítimas, en las que engalanan sus embarcaciones a la vista de las distintas vírgenes y santos que los favorecen, a lo largo y ancho de las islas en el día de sus festividades.

Regresando al Diálogo entre el Castillo y la Nave, observamos en sus distintas letras el uso de terminología naval como tamborete, gavias, juanete… así como expresiones náuticas como ¡carga mayores! que significa ‘aferrar la vela mayor a su respectiva verga’, e, incluso la descripción de maniobras como braza mayor y gavias a estribor; y trinquete y velacho por babor, lo cual indica la suma importancia que se le confería a este acto en el cual se hace patente la participación de la «gente de mar».

Como curiosidad, en estas mismas letras se hace referencia a una supuesta llegada de la nave desde el este:

    —«Y de la Nazareth llego este día».
    [1840]
    —«Traigo de Jericó la Pura Rosa,
    de Palestina la Azucena Hermosa;
    traigo el Cedro en el Líbano arraigado
    y el Olivo pacífico y sagrado.
    Traigo el Alto Ciprés, la Vid Pomposa
    de la región de Engadi deliciosa;
    la Oriental Perla, el Arabesco Aroma
    y de Sión la Cándida Paloma».
    [1895]

Normalmente, desde este punto cardinal se ha aproximado a lo largo de la historia la mayoría de los que llegan a la isla, para bien o para mal. Sin embargo, el barco está precisamente orientado hacia ese rumbo, como si abandonara el puerto, en vez de arribar. Es de suponer que esta disposición con la proa hacia el este buscara un mejor y más seguro manejo del velamen, pues el viento dominante en la zona es el noreste.

En la mar encontramos el sino de la sociedad palmera. Ha sido el nexo con el resto del mundo, lo que ha posibilitado un floreciente auge económico, social, y cultural; pero también ha traído la desgracia por medio de infinidad de ataques piráticos. Ha sido proveedor de alimentos, pero también ha arrebatado las vidas de aquellos marineros que fueron víctimas de los temporales, naufragios, piratas, enfermedades de a bordo y también, a veces, de la mala suerte. Es lógico pensar que en el origen de la Bajada de la Virgen encontremos de nuevo la mar.

Mario Suárez Rosa

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